Aprende a entender y a comunicarte con tu perro

Tu perro y tú

¿Te has dado cuenta alguna vez de que tu perro sabe cómo te encuentras sólo por cómo te mueves?

No hace falta ni que abras la boca, el perrete, si ya ha pasado un poco de tiempo contigo, sabrá lo que quieres sólo con que amagues.

¿Y sabes por qué hace eso? Porque eres el centro de su universo y, como tal, te observa y te lo pone muy, muy, fácil a la hora de que te comuniques con él.

Y ahora, la pregunta del millón:

¿Qué sabes tú de las señales que te hace tu perro?

Salvo que seas muy observador, tengas bastante experiencia con perros o hayas estudiado sobre el tema, va a ser complicado que le entiendas tanto como él (o ella) te entiende a ti.

No te culpes mucho por ello. Tú, como ser humano estás acostumbrado al lenguaje (aunque, a la que seas mínimamente observador, ya te habrás dado cuenta de que las personas, por su forma de moverse o gesticular, dicen más con sus actos que con sus palabras).

Nuestra base comunicativa es el lenguaje, sin lugar a dudas; pero no la suya.

Por eso, tu perro mueve el rabo cuando le saludas en vez de decirte “Ciertamente, me alegro de verte”. (Ojo, si te habla, la ayuda que deberías buscar no está en esta página también te lo digo).

Tras este preámbulo, hoy te damos unas nociones básicas para entender a tu perro.

No vamos a presuponer situaciones concretas, solo hablaremos de las más comunes vistas aquí en la clínica veterinaria ya que entendemos que tú también las vives en tu día a día (tranqui, que también hay una recomendación literaria al final del artículo que te servirá de gran ayuda).

Empecemos con una de las características principales del perro: el ladrido.

Un perro ladra por casi todo: el timbre, un gato, una visita, jugando, cuando quiere que le hagas caso… Por así decirlo, el ladrido es la verbalización de sus pensamientos.

Y a nada que prestes atención: empezarás a entenderlo mejor que a algunas personas de tu vida.

A la hora de interpretar un ladrido, como en todo, lo importante es el contexto. Y si el contexto no te ayuda demasiado, el perro siempre tiene a bien utilizar elementos complementarios que clarifican su estado de ánimo y sus intenciones: como son los ojos, los labios y el rabo.

Aquí no te vamos a decir «si hace esto, es que pasa esto otro», no. No todos los perros son iguales, por supuesto.

Un pelaje erizado en el lomo y comienzo del rabo no tiene por qué anticipar un conflicto, también puede ser excitación. Y un ladrido tipo aullido no tiene por qué ser una señal de peligro; a veces es que, simplemente, está anunciado la llegada de un ser querido.

Como siempre, la clave es la observación: observa cómo ladra cuando juega con la pelota o el hueso, cómo ladra ante el timbre, cómo lo hace cuando llega un ser querido y conocido a casa y cómo lo hace cuando se trata de un extraño.

No obstante, el ladrido, aunque molesto muchas veces, no es algo que deba preocuparte (aunque, si no conoces los tonos del ladrido de tu perro, ya va siendo hora de que te los aprendas).

La sutileza de la expresión facial del perro

¿Alguna vez te ha mirado el perro de lado, quieto como si fuera de escayola? Quizá la estampa te parece graciosa, pero puede indicar preocupación.

Por otro lado, si ves que dirige las orejitas (u orejotas, según su tamaño) hacia atrás y se relame mucho: estaríamos hablando de incomodidad. Esto es fácilmente observable cuando alguien les abraza de improviso o los desconocidos se acercan mucho a ellos.

Ante esa incomodidad, algunos perros tratan de levantar la pata para avisar cordialmente antes de mostrarlo de una forma ligeramente más contundente.

Si esto ocurre, da espacio inmediatamente al perro, ya que la siguiente viene sin avisar: mordisco o tanteo (y luego dirán que el malo es el perrete).

Para evitar cualquier conflicto indeseado —por cierto, ¿hay conflictos deseados?—, debes prestar especial atención cuando tengan gente cerca (tanto conocida como desconocida).

La evidencia de la molestia: el gruñido del perro

Aquí no tendrás mucha duda.

El perro gruñe cuando algo no le gusta, como harías tú.

Aquí no hay mucha diferencia entre perros y humanos.

Ojo a esto: el gruñido de un perro tiende a mostrar más miedo que irritación. Por lo que castigarlo no sólo es contraproducente; sino que es una tontería… ¿O acaso alguna vez te han regañado por asustarte? Bueno, si lo han hecho: muy mal.

El gruñido suele ser un aviso en interacciones sociales: un perro asustado, irritado o molesto gruñe como aviso antes de acometer cualquier acción. Por eso, nunca debes castigar el gruñido, ya que acabarás eliminando el paso intermedio a la reactividad más explosiva que pueda tener tu perro.

Y eso no es bueno nunca para nadie.

Al contrario, busca hacer que el perro se sienta cómodo, o distráele para que baje su nivel de excitación y sea más proclive a un acercamiento más tranquilo a aquello que le asusta o molesta.

Ahora, cuando el perro gruñe jugando, porque puede hacerlo, no significa incomodidad ni mucho menos: el contexto es clave. Si ves que su mirada no refleja agresividad, que mueve la cola y no tiene los músculos tensos: todo marcha bien.

En resumen: presta atención a tu perro

Tu mascota hace todo lo posible por entenderte en todo momento; lo lógico sería que tú hicieses lo mismo.

¿No?

Y ahora, la recomendación literaria:

El lenguaje de los perros: las señales de calma

Este libro, escrito por Turid Rugaas, compila toda la experiencia de la escritora a la hora de no solo entender al perro, sino comunicarse con él. Por su forma de escribirlo, está recomendado para cualquier persona (no hace falta ser un etólogo profesional para entenderlo) y está lleno de casos prácticos.

Si no te comunicas bien con tu mejor amigo (o amiga), y seguimos hablando de perros, es porque no quieres.

¡Nos vemos en el próximo artículo peludo!

¿Te hemos ayudado? ¿Nos compartes?